jueves, 20 de enero de 2011

AQUÍ SÍ PUEDES, CARLOS

Hoy la Bulla le cede la palabra a Carlos Herrera, y en concreto al artículo que le han censurado en El País, buque insignia de la Prensa del Movimiento, adalid de la libertad de expresión del régimen. Pasen, lean, y si lo desean, opinen. Y ronda de jerez para todos.
"Aún soy incapaz de prever si la aplicación de Ley Antitabaco promulgada por el gobierno socialista español derivará en un recalentamiento del malestar producido por sus evidentes excesos, con protestas, insumisión y “revuelta” incluidos, o si, finalmente, será deglutida sin más problemas que algunos chispazos iniciales por la totalidad de la población. No fumar en los bares hará que los fumadores permanezcan menos tiempo en ellos, pero también que los no fumadores lo hagan de forma más satisfactoria. No hacerlo en los restaurantes provocará que aquellos que gozan de un cigarrillo tras la comida dejen de pedir el café y la copa y se busquen la vida en el exterior. Mientras haya terrazas y el frío –o el calor— no sean extremos, los aspiradores de humo tendrán una salida, siempre que no acaben prohibiendo hacerlo también ahí, cosa que no habría que descartar. Quien les habla, ex fumador de cigarrillos y ocasional fumador de puros no tiene problema por ello: España no es Noruega y goza de un clima lo suficientemente benigno como para aliviarse en el exterior de un local. Lo particularmente rechazable de su concepción proviene de aspectos concretos altamente absurdos: no poder fumar en las terrazas de bares que estén relativamente cerca de un puñado de toboganes –a los cuales no llegaría el humo ni con cañones de nieve artificial-- es una estupidez de corte neoyorquino, ciudad en la que a un amigo le llamaron la atención por fumarse un cigarrillo cerca de las puertas giratorias de un hotel; según el estólido conserje podría entrar alguna brizna de humo por el revoloteo de la puerta y alcanzar el interior del Hall. Si a ello se suma la absurda invitación a la delación efectuada por la ministra de la cosa, se presume en el ambiente ese escenario tan del gusto del gobierno de nuestras carnes: el enfrentamiento de ciudadanos. Teóricamente, ni siquiera podría un sujeto fumarse un cigarro en su balcón si éste es un primer piso y está próximo a los dichosos “parques infantiles”. Ya ven.

No soporto los moralismos sobrevenidos ni los integrismos irritados, y esta ley, en lugar de conciliar intereses, aviva no pocos demonios irascibles. Muy acorde con un gabinete que dice proteger a la infancia pero sólo si ha salido ya del canal del parto." Carlos Herrera dixit.


7 comentarios:

Nodisparenalpianista dijo...

Jo, me la has pisado, Dulci!!!

Altea dijo...

Yo andaba indignadísima porque me parecía una hipocresía prohibir fumar en los bares, mientras se hace la vista gorda en las salas de enfermeras de los hospitales (en serio). Pero alguien me hizo notar la mayor hipocresía del gobierno: si quieres de veras proteger a tus ciudadanos (o ciudadanitos) de los humos ocasionales, prohibe directamente la venta de tabaco. Pero no, claro. Eso supondría renunciar al ochenta por cien de los beneficios de dicha venta, que por lo visto se lleva el gobierno a la saca.

ATIZA dijo...

A mí también me la has quitado. Oye y Mariló en la 1 no sé qué pinta...

Dulcinea dijo...

La cuestión no es la ley antitabaco, que también tiene lo suyo, sino la censura al artículo.

Tenemos la democracia en la UCI.

Altea dijo...

Sí, pero no sé de qué te extrañas, Dulci. Esto viene sucediendo desde los anales de la tan admirada transición española. Ya pocos años después de ella, en concreto el 24 de febrero del 81, a algunos periódicos se les prohibió salir a la calle.

Dulcinea dijo...

Lo malo es que estos de ahora vienen dando clases de democracia y de pluralismo.

Hay un intrusismo del estado en la vida de la gente como nunca la ha habido. Y una clara intención de moldear ideología y conciencia.

Es el neofascismo progre.

Altea dijo...

O izquierdismo de toda la vida. Lo que pasa es que ya no queda gente que pueda hablar de cómo eran en 1934, cuando se cargaron el gobierno democráticamente constituido. No es ahora cuando están mostrando su verdadero rostro. A duras penas lo han podido ocultar durante unos años, pero siempre serán los mismos: adoran la democracia, mientras sean ellos los que manden.