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Estaba haciendo unos recados y recibo un guasap del Hermano-de-la-Dulci. Me cuenta que el Papa renuncia. ¿Qué Papa? me pregunto sin pensar ¿y a qué renuncia? No entiendo nada. Conecto con la prensa digital y ahí encuentro la noticia. Me inunda el miedo, luego me enfado y después me calmo. Leo su renuncia. Escucho atenta lo que dicen los de la San Pablo Ceu, la Conferencia Episcopal, y Intereconomía. Me inunda un sentimiento de pérdida. Ya le echo de menos. Sin embargo, hay que hacer una lectura creyente de lo que ha pasado hoy. Retomo aquellas palabras de Juan Pablo II "no tengais miedo" y pienso que como el Espíritu no da puntada sin hilo, por algo estará pasando lo que pasa. Me quedo con su inagotable sabiduría y su grandeza al saber explicar cuestiones teológicas muy densas. Sólo un grande sabe hacer eso. También me quedo son su humildad, con ese ir de puntillas como el que no quiere molestar. Y con su bondad. En fin bullangueros, hoy en el Toboso estamos en zozobra entre el respeto que merece la decisión del Papa y la pena que produce no saberle al timón de la Iglesia. En cualquier caso que Dios le bendiga. Y el que quiera, a rezar. Por cierto, los de Hazte Oir están recogiendo testimonios para hacerselos llegar al Nuncio de Su Santidad.