SUBLIME

Ni una sola vez, de las repetidas visitas que he dedicado al Museo del Prado, he dejado de acercarme a ver MIS Meninas. He ido a ver el Museo en sí mismo, a ver temporales, a ver antológicas, a ver el desastre de la ampliación (por cierto, desafortunada se mire por donde se mire). Y siempre he procurado unos minutillos para ver MI cuadro. Parece que me esté esperando. Allí, el pobrete, con tanto japonés gritando y haciéndole fotos ante la desidia de los vigilantes de la sala. Con tanta gente que pasea mirándolo de reojo, ninguneándolo. Con tanto enterado que comenta a voces las cuatro chorradas que sabe mientras observa si es observado por la gente. A mí me gusta mirarlo en silencio, recorrer con la mirada las pinceladas, los detalles, las formas y el fondo de la obra. Al final siempre hay alguien de mi gente que me viene a buscar y me dice "Pero Dulci, que ya llevamos media hora, que no me siento los pies, y tú ya lo has visto mil veces". ¿Ronda de chupitos para celebrar lo bonito que es MI cuadro?