Erase una vez una mamá muy traidora que se resfrió. Y tosía, y se sonaba la nariz, y estornudaba. Hasta aquí un relato bastante soso, anodino y aburrido ¿verdad? Pues no. Porque no imaginais los efectos que el resfriado de marras tiene sobre un pobrecillo inocente que sin entender nada salta del pavor al despiporre más bestia. Os invito a que le deis al play y critiqueis a la mamá malvada. Que ya le vale.
Ni que decir que la Bulla hoy monta un cóctel de biberones.