jueves, 24 de marzo de 2011

YA TE VALE, MAMI

Erase una vez una mamá muy traidora que se resfrió. Y tosía, y se sonaba la nariz, y estornudaba. Hasta aquí un relato bastante soso, anodino y aburrido ¿verdad? Pues no. Porque no imaginais los efectos que el resfriado de marras tiene sobre un pobrecillo inocente que sin entender nada salta del pavor al despiporre más bestia. Os invito a que le deis al play y critiqueis a la mamá malvada. Que ya le vale.

Ni que decir que la Bulla hoy monta un cóctel de biberones.

viernes, 18 de marzo de 2011

!Que llegan las Fallas, bullangueros! Ayer veía a las Falleras llevar flores a la Geperudeta. Iban llorando de emoción, nerviosas, con ese traje fallero, barroco donde los haya. Y esos peinados que flipas. !Y lo que deben doler!Lo peor debe de ser ponerse esas ensaimadas en las orejas y resistir las horquillas.Y menudo movidón los petardos, la pólvora, el follón, el agua de Valencia. Tooodos los años por estas fechas me acuerdo de Paco, un profe más valenciano que la horchata, que se subía al piso más alto del centro y por el hueco de la escalera tiraba petardos cuando ya no había alumnos. Tenía mono de pólvora. Y lloraba al oir Paquito Chocolatero. El bueno de Paco. Las palizas que nos pegaba contandonos cómo se hace un ninot. Cambiando de tercio, Manzanares ayer no se llevó triunfo por el quinto toro que le salió un poco malo. En fin, queridos, la Bulla felicita a todos los Josés, Pepes, Marías Joseses, Pepitas, valencianos, falleros, y folloneros varios. Y lo celebra degustando una agua de Valencia que nos va a preparar el Pianista, que le sale buenísima. Eso cuentan las crónicas, y hasta ahí puedo leer. !Una mascletá bullangueraaaaaaa!

martes, 8 de marzo de 2011

SIETE AÑOS

Ya han pasado siete años. Mentiras, verdades a medias, verdades judiciales, balones fuera, y golpes de pecho mediáticos. Doscientas personas muertas, doscientos silencios, doscientos vacíos, doscientas familias rotas, doscientas historias desagarradoras. Doscientas personas que no llegaron al trabajo, doscientas personas que no verían más a su gente. Doscientas injusticias. Que Dios les bendiga. A los que no sufrimos el atentado en primera persona nos tocó apretar los dientes y aguantar la infamia de los días siguientes, meses siguientes, años siguientes. Pero no nos engañemos: todos fuimos víctimas de las consecuencias. Por eso la Bulla se niega a pasar página o a mirar para otro lado. Puede que nunca sepamos qué pasó, pero sí sabemos que lo que pasó no nos lo cuentan.